jueves, 30 de abril de 2009

Cuando uno dice 'sí, acepto' ¿Sabe en realidad que es lo que esta aceptando? Ay mis amores, si supieran lo que dicen cuando dicen 'sí, acepto'. Sé pocas cosas, pero todas tienen que ver con amar, y ser amado. Con respetarse, y aceptarse. Ninguna de ellas tiene que ver con someterse, si no con aprender y tolerar. ¿Será que amar no se trata de fundirse y perderse en el otro? ¿Será que se trata de dos individuos que crecen juntos? Aceptar al otro es tenerle fé. Respetar sus tiempos, sus espacios, entender sus silencios, y esperar sus señales. Para aceptar, primero hay que conocer lo que se ve del otro, y lo que no se ve. Y así puedo decir 'te conozco, y porque te conozco te elijo, y porque te elijo, te acepto, y porque me aceptas soy feliz'. También acepto la sorpresa, porque siendo dos, al volver a casa ya no encontraré todo como lo deje. Habrá otro, con su mundo. Un mundo que engrandece el mio. Hay que saber cual es el debe y el haber. Aceptar al otro es aceptar lo mejor de nosotros mismos. Porque quien nos elige nos devuelve puro amor. Amor por amor. Y a semejante amor, por supuesto, le digo 'si, acepto'.

Tal vez, este escudo tenga un sentido más metafórico. Tal vez este escudo nos protege de algo. A veces, por miedo, nos calzamos un escudo, una coraza. Algo con lo que nos sentimos protegidos. Y a veces, somos el escudo de otro. Somos cómplices de alguien equivocado, lo escudamos. Hay veces en las que nos escudamos tanto que terminamos presos de nuestra misma coraza, de nuestro mismo escudo. Y a veces estamos desarmados, sin corazas ni escudos y nos sentimos vulnerables. Otras, necesitamos sacarnos algunos escudos. Desarmarnos. Tirarnos al agua sin salvavidas.